domingo, 12 de marzo de 2017

Ensayo de Elaila Fernández (2008-1412)

Ventajas y desventajas de las máscaras

Alaila Fernández
 El Lenguaje del Cuerpo es un libro escrito por Julius Fast, que explica la conducta y comunicación no verbal, estudiada a través de la Kinesia; ciencia que se encarga de observar los movimientos del cuerpo, conscientes o inconscientes, con el objetivo de descifrar su significado. Parte de ésta conducta, menciona  Fast, es la existencia de una imagen que el ser humano presenta a la sociedad, para ocultar lo que en verdad siente, lo que en verdad es; a esta imagen, en el libro, se le llama “máscara” y, por supuesto, para entender las ventajas y las desventajas de éstas, primero hay que entender más profundamente lo que esta expresión significa y la influencia que tiene en cómo se relacionan las personas.

 Lo primero a tomar en cuenta, es que las máscaras son una conducta disciplinada no verbal que facilita la comunicación con los demás, sin tener que entrometerse en la vida de los demás y sin permitir que los demás se entrometan en la suya. Un ejemplo claro de esta conducta es la sonrisa que se ofrece a la gente cuando, torpe e involuntariamente, se invade su espacio personal en lugares públicos, como cuando se está apretujado en un ascensor o, en el caso más común de esta ciudad, viajando por transporte público; Las máscaras son una manera cordial de comunicarle a la otra persona que se está consciente de que se invade su espacio, pero que no es la intención ni hay culpa en ello. No es una sonrisa de felicidad, tampoco se le debe  una explicación a la otra persona, pero no se quiere comprometer la imagen, la forma en que la otra persona percibe a uno, tampoco se quiere ofender o molestar al otro y por ello se siente la responsabilidad social de comunicar una disculpa.


 Esta conducta natural trae consigo muchas ventajas además de lo mencionado anteriormente; permiten expresarse de forma asertiva dependiendo de la situación en la que se está. Se puede recibir una noticia extremadamente buena y saber disimular, ocultar, “pausar” la felicidad delante de una persona que está pasando por un mal momento. Estas máscaras se utilizan también para crear representaciones socialmente aceptadas sobre quién es uno en realidad, evitan que los demás vean las debilidades que lo componen, como una tarjeta de presentación, vistiéndose de una manera específica y cuidando la forma de hablar delante de quienes no le conocen.  Tras pasar la barrera de la primera impresión, permite relacionarse con los demás sin ningún compromiso ni garantía de que existirá una relación significativa, es decir; «si me llamas la atención, me acerco a dar un vistazo, si no me agrada lo que veo al acercarme, me alejo sin problemas ya que “no nos conocemos”.

 Por supuesto, las máscaras son armas de doble filo. Sirven para ocultarse, e ir comunicándose de forma graciosa y superficial con las personas, pero cuando uno se acostumbra demasiado a ellas, uno se desprende de la idea de que existe un verdadero yo y se aferra más al yo superficial que se ha creado. Esto trae problemas, sobre todo, de autoestima, cuando uno quisiera ser tan bueno como la imagen que vende ante los demás y eso impide mostrarles con honestidad quién es uno en realidad, alzando muros que dan como resultado exactamente eso; relaciones superficiales en las que no se puede ser feliz, en las que no se siente la libertad de ser uno mismo. Peor aún, cuando esto ocurre de manera inconsciente, como se da en los casos donde, por influencia cultural, hay muchas actitudes sociales que no son “permitidas”. Las personas se inhiben a sí mismas y como resultado nunca desarrollan habilidades sociales que les permitan desenvolverse en la intimidad o en la familia.

 En conclusión, las máscaras son una herramienta útil pero que también hace frágiles a las personas ante las hostilidades de la realidad; que no se es tan especial como se quisiera ser, que se tiene defectos y que se es un proyecto en constante crecimiento y la mejor manera de contrarrestar estas aversiones es conocerse a uno mismo, ser conscientes de la propia esencia y aceptarse como uno es.



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